En este espacio encontrarás alguna reflexiones tomando como base textos de la Sagrada Escritura.
La idea, además de la reflexión, es que te animes a hacer también tus propias reflexiones utilizando los cuatro pasos básicos de la Lectio Divina
Aqui puedes utilizar varios métodos de acercamiento al texto. Te pueden servir las introducciones a los libros que traen algunas Biblias, puedes buscar en internet asegurándote de que sean fuentes católicas, o puedes preguntarte quienes aparecen, que dicen, que actitudes descubres en los personajes, los cambios o conversiones de los personajes del texto.
En este paso debes tratar de descubrir que es lo que Dios te está tratando de comunicar; para esto te serviría mucho subrayar o remarcar la o las frases que mas te llaman la atención y te provocan alguna sensación: alegría, tristeza, enojo, decepción, esperanza, ánimo o alguna otra y descubrir que situación que estás viviendo te produce dicha sensación. Es tratar de ecuchar la voz de Dios que te consuela, te ánima o te da un “jalón de orejas”.
Es la respuesta que le das a Dios sobre el texrto que acabar de meditar. Esta respuesta u oración puede ser de bendición, de petición, de interseción, de acción de gracias o de alabanza. Esto dependerá de lo que hayas descubierto en el paso anterior.
Este paso consiste en disfrutar con alegría el diálogo que has tenido con el Señor. Es repasar la meditación y oración. Asegurarte de que no hay algo más que se haya quedado de lado y de haber comprendido y dicho lo que querías decir. Es también aterrizar lo dialogado, tomando la determinación de cambiar o mejorar aquello que ha salido a relucir en el diálogo: cambiar o mejorar alguna actitud, alguna virtud o dejar o disminuir algún defecto o algo que no te permite un acercamiento a Dios como lo quisieras.
A la luz de estos cuarto pasos, te invitamos a seguir y a hacer tus reflexiones, pues el reflexionar nos permite, además de un momento de silencio y paz, un reencuentro contigo mismo, paso muy necesario para poder llegar a un encuentro con Dios.
Ya lo decía San Agustín: “Señor Jesús, que me conozca a mí y que te conozca a Ti”… es tan bella esta oración, que te la dejamos completa (después de la oración, encontrarás la reflexión de esta semana):
Señor Jesús, que me conozca a mi y que te conozca a Ti, Que no desee otra cosa sino a Ti. Que me odie a mí y te ame a Ti. Y que todo lo haga siempre por Ti. Que me humille y que te exalte a Ti. Que no piense nada más que en Ti. Que me mortifique, para vivir en Ti. Y que acepte todo como venido de Ti. Que renuncie a lo mío y te siga sólo a Ti. Que siempre escoja seguirte a Ti. Que huya de mí y me refugie en Ti. Y que merezca ser protegido por Ti. Que me tema a mí y tema ofenderte a Ti. Que sea contado entre los elegidos por Ti. Que desconfíe de mí y ponga toda mi confianza en Ti. Y que obedezca a otros por amor a Ti. Que a nada dé importancia sino tan sólo a Ti. Que quiera ser pobre por amor a Ti. Mírame, para que sólo te ame a Ti. Llámame, para que sólo te busque a Ti. Y concédeme la gracia de gozar para siempre de Ti. Amén.